En las culturas originarias, los árboles eran considerados vínculos o<br />umbrales cósmicos. Pilares sagrados de mensajes entre las deidades y<br />el mundo terrenal, soportes ubicados en cada uno de los cuatro<br />rumbos del universo: oeste, poniente, norte y sur. De acuerdo a<br />historias del Popol Vuh, el árbol de cacao era uno de los cuatro árboles<br />cósmicos.<br />Los mitos sobre el árbol sagrado del cacao varían de acuerdo a la<br />cultura que los narra, muchos de los cuales no trascendieron<br />posteriormente de la conquista. La mitología prehispánica de México<br />ubica a dos dioses vinculados al cacao: Quetzalcóatl de origen azteca, y<br />Ek-Chuah de origen maya.<br />La historia cuenta que en un profundo gesto de compasión por la<br />humanidad, Quetzalcóatl tomó árbol de cacao —destinado solo para el<br />disfrute de los dioses— y lo plantó en el pueblo tolteca; invocando el<br />agua de Tláloc y las flores de Xochiquetzal. Con el tiempo las raíces<br />crecieron y dieron frutos, la historia culmina que, a su partida,<br />Quetzalcóatl dejó caer las últimas semillas de cacao junto a las playas<br />de Tabasco, donde continúan germinando.